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Estudio biblico, Vida Cristiana

La revolución social del cristianismo. Tercera Parte.- (Final)

Llegados a este punto, podemos decir que la carta de Pablo a Filemón contiene tanta información que os desafío a profundizar en ella.

Producto de un problema entre dos personas, el apóstol va a dar instrucciones para sentar fundamentos de vida en la comunidad del Rey: la iglesia, y en torno a esta problemática nos enseña cómo enfrentarnos a diferentes situaciones de relacionamiento, y en base a qué debe descansar la comunión en el cuerpo de Cristo. Hay dos aspectos que quisiera señalar en esta conclusión:

Por medio de Apia y Onésimo, el Espíritu nos indica que en Cristo los componentes raciales, sociales y sexuales no son diferenciadores en el sentido separatista sino en el sentido integrador, prevalece el ser uno en Cristo. En este punto es interesante resaltar que estos componentes no desaparecen, no se esfuman, por el contrario permanecen, pero no como elementos disociadores sino como ocasión de admirar la multiforme manifestación de la obra creadora de Dios y como medio para ser uno, uno no con el igual, sino con el complementario, en la diferencia.

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Este principio es escatológico; recordemos que en el mundo venidero, continúan las diferenciaciones complementarias, se nos dice que “la multitud vestidas de ropas blancas” pertenece a personas de todos los pueblos y lenguas (Apocalipsis 7:9), pero unidos en la vestimenta, es decir, revestidos de Cristo como dice en Gálatas 3:27, en la alabanza y en la palabra proclamadora. Es este un concepto que está presente en las cartas de Pablo, recuerdo la expresión de Corintios que si el pie dijera que porque no es mano no pertenece al cuerpo sería un gravísimo error, tanto el uno como el otro se necesitan se complementan en un solo cuerpo.

Durante siglos la mujer sufrió de opresión de una sociedad fundamentada en la ley del más fuerte, aunque en la comunidad del Rey, en ese momento Israel, vemos casos sobresalientes de la enseñanza de Dios respecto al papel de la mujer desde el mismo Génesis, y que decir de Ruth, Débora, Ana la madre de Samuel, las hijas de Zelofehad, etc., pero no fue hasta la venida del evangelio de Cristo que la mujer fue vindicada. Pablo nombra a Apia en primer lugar de colaboradores de esa iglesia en Colosas, y con esto establece un cambio social radical: en la comunidad del Rey la estructura no se basa en la diferenciación sexual de mujer y hombre sino en la gracia que Cristo ha derramado en cada uno, es decir, la estructura de la iglesia no debe estar regida por las diferenciaciones humanas de este tiempo, como podrían ser las sexuales, o a que clase social pertenece, o menos racial, sino en el ministerio recibido y al decir esto digo en el servicio, y esto es evidente, los ojos están ubicados en el cuerpo de manera tal que puedan tener una función panorámica.

Así en el Cuerpo de Cristo, esta nueva estructuración debe basarse en los dones, en los ministerios que Cristo ha repartido en su gracia, y ¿qué si es una mujer?, no dice la misma palabra en Gálatas que “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” .

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En la segunda parte de estas conclusiones me gustaría resaltar algunos principios expuestos por Pablo para solucionar problemas en la Iglesia; no podemos ignorar que la forma como resolvamos los problemas que surjan en la comunidad repercutirá en el crecimiento o división de esa comunidad, por tanto no es asunto baladí.

No cabe duda que desde Caín y Abel, el hombre no ha sabido resolver sus disputas por tanto constantemente tenemos que recurrir al manual y a los protocolos sabios para no causar divisiones sino que cada conflicto sea una verdadera oportunidad de que Cristo sea glorificado en nuestras vidas, he aquí algunos principios:

  1. Principio del conocimiento colectivo;
  2. Principio de la progresión argumental;
  3. Principio del consentimiento;
  4. Principio doctrinal;
  5. Principio reemplazo;
  6. Principio de evaluación;

   – Principio del conocimiento colectivo. Pablo nos presenta un problema, al parecer personal, pero con unas señaladas implicaciones colectivas, tanto en lo social como en lo que atañe a Filemón (como uno de los líderes de esa comunidad). De aquí podemos desprender que un problema que atañe a un líder o anciano será siempre un caso de testimonio al colectivo, a todos, por esto el consejo de Pablo a Timoteo: “se ejemplo en conducta”. Pablo hace recaer sobre Filemón una resolución de carácter ético cristiano de forma libre sin imposiciones, pero a su vez, la decisión tomada sería causa de ganar o perder peso de gloria, de aquí la responsabilidad del líder cristiano, de manifestar la fe en Cristo.

   – Principio de la progresión argumental. Pablo entrega a Filemón muchos argumentos para tomar una decisión, pero que ésta no esté basada en la emoción sino en la razón y aún más en el espíritu. No podemos ignorar que muchos problemas eclesiásticos se han visto agravados por dar pie a impulsos emotivos y reacciones más bien carnales que buscando la gloria del Señor. Además si uno medita en esta carta a Filemón se ve la progresión: comienza orando y reconociendo a Filemón; continua con ruegos de amor, consentimiento; el uso de imperativos; un reclamo a la obediencia, esta misma progresión nos habla de las pausas necesarias de saber elegir los tiempos en la resolución de un conflicto y no en arrebatos regidos por la esclavitud de las pasiones.

   – Principio del consentimiento. Pablo dice a Filemón “nada quise hacer sin tu consentimiento”. Estamos en el siglo XXI, y se ministra pastoralmente a la usanza de mediados del siglo pasado, ha habido un cambio social y cultural inmenso, por tanto el ministerio pastoral, o se adecúa, o las iglesias se vacían.

Debemos ser conscientes que antes la palabra del pastor era prácticamente palabra de Dios, ya no; los hermanos tienen muchas fuentes de información de otros muchos pastores y algunos muy buenos, y no se debe coartar la libertad de la iglesia del Señor que el mismo Cristo hizo libre, entonces unos de los pilares fundamentales de la iglesia será la capacidad de resolver los conflictos, y por ende la forma de relacionarse unos con otros, en esto, la actitud que Pablo nos enseña en su ejemplo es el camino del respeto, del saber esperar, de buscar el diálogo y del consentimiento, dejando de lado la imposición autoritaria.

   – Principio doctrinal. En la estructura de las cartas que el Espíritu dio a Pablo, por ejemplo la carta a los efesios, vemos que la conducta proviene de la concepción doctrinal que se tenga, luego la conducta manifiesta la fe o creencia de la persona, de aquí que nuestra cristología, nuestra eclesiología y nuestra escatología se manifestará en cómo actuamos frente a los diferentes turbaciones de la vida y del ministerio. A esto se refiere Pablo cuando habla de una “eficaz participación de la fe” (versículo 6 de Filemón), nótese el término “eficaz” considerando que en algunas ocasiones nuestro compartir la fe puede no ser eficaz.

   – Principio de reemplazo. Es una práctica poco usual pero no por ello no importante o no evangélica, la expresión “ponlo a mi cuenta” es una acción de una profundidad a considerar, el tema de la “deuda cancelada” está en la raíz de la obra de Cristo en la Cruz. La lengua hebrea es rica en metáforas, y en esta ocasión, pecado y deuda son intercambiables; es por esto que cuando el Señor nos enseñó: “perdónanos nuestras deudas”, él perdona nuestros pecados, de aquí que, al deudor se le considera un inculpado, Cristo en la Cruz, entre otras cosas, cargó con nuestras deudas, pagó nuestras deudas.

En el caso de Onésimo, si éste había generado una deuda con Filemón, Pablo se ofreció a pagarla, un hermoso ejemplo de la expresión usada por el apóstol “llegando a ser semejante a Él en su muerte” (Filemón 3:10). Usando la semejanza, se puede decir, que así como Cristo pagó por nuestras deudas, así también Pablo se ofreció a pagar la deuda de Onésimo. ¿Es esto posible?; recordemos las palabras del Señor: “nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13), pero alguien podría argumentar que estas palabras el Señor las dijo por sí mismo, pues no, el mismo Juan las repite años después “En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos” (1 Juan.3:16). No hay mayor amor que este, por tanto, Pablo ofreció lo suyo para liberar a Onésimo de toda deuda generada a Filemón, ¡Cuánto nos queda  aprender de Cristo!

   – Principio de evaluación. Pablo no sólo da las instrucciones o enseñanza, también desea ver los efectos de esta, pide alojamiento: Filemón versículo 22, Prepárame también alojamiento; porque espero que por vuestras oraciones os seré concedido., quiere comprobar la palabra hecha carne, aún en los asuntos más nimios la palabra encierra verdades para edificar nuestras vidas, el apóstol espera “ser concedido” el término complementario a éste es “ser recibido”, el recibir a alguien en la Escritura es tener comunión veraz, es participar de la vida y de los bienes con el recibido, es una apertura amplia, lo contrario a escatimar. Pablo es concedido pero Filemón debe recibirle y en esto Pablo certificaría el efecto de la palabra en la vida de Filemón y también de la iglesia.

Que la paz y la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea sobre vuestras vidas.

2 comentarios en “La revolución social del cristianismo. Tercera Parte.- (Final)”

  1. Dios sea contigo pastor, anime y nunca decaigas de su espiritu, eres de gran bendicion, espero en nuestro Señor seas fortalecido junto a tu familia y al ministerio del Señor. Bendiciones.

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